



El tiempo ha convertido parte de la calle Jazmín en esta placilla tan luminosa en las mañanas de invierno. Ofrece un amparo muy propio para besarse, hablar y volver a besarse y contarse la vida y explorarse las gargantas. En fin, no quiero dar ideas pero en la calle San Matìas, desde la cual se llega, hay buenos bares de tapas para refrescarse en caso de incendio.
1 comentario:
Juan, por un momento me había perdido... ese realejo, siempre lleno de cordura...
besos nazaríes.
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